jueves, 19 de junio de 2014

Drogodependencia.

Hoy estuve pensando en ti.
En todo lo que siempre he esperado que me dijeras;
y no lo hiciste.
Porque decirlo sin hacerlo
es como follarse un "para siempre" 
pero sin orgasmo.


Pensé en llevarte al mar
y que me hicieras de faro.
O de canción.
De las tristes y las menos conocidas.
Como nosotros.
Una melodía en la que faltasen instrumentos.
Y sin público, sin aplausos.
Sin acordes finales.
Me imaginé protagonizando reencuentros 
y despedidas en todos los aeropuertos.


Pensaba, casi sin quererlo
en lo bien que te queda el universo 
en la parte baja de tus caderas; 
dándole sentido a mis deseos.


Con lo poco que me gustó 
a mi siempre la sociedad 
y lo mucho que me gustaba, sin embargo
que tú estuvieras en ella.


Ojalá aquella noche que usamos esposas 
hubiese sabido todo esto; que te marcharías.
De ser así, aquello habría sido un polvo interminable 
y tú y yo eternos.

También pensé 
en que harías ahora con tus manos 
que no las tenías en mi culo.
Con tu boca que no jugaba ya a adivinar 
el color de mi ropa interior a lametones.
Con tu corazón, que no bombeaba ya mi nombre 
y tus pulmones que se habían olvidado del humo 
de todos los petas que nos habíamos liado.
Pensé en que fumarías ahora.
Igual te has pasado al tabaco
y el olor de lo que te mata ya no te recuerda a mi.
Que triste.
Que triste cuando pienso que ya no protagonizo 
tu lista de vicios; 
que las miles de formas de morir
ya no son en mi colchón, ni en mi encimera.

He pensado también lo sano que sería no pensarte.
Ya ves la tontería.
Como si la drogodependencia 
pudiese curarse en unos cuantos días.

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