viernes, 20 de junio de 2014

¿Y si llama y comunica?

Sus gemidos han sido siempre 
la mejor manera de desprestigiar a la soledad.
Y sus cicatrices la forma más eficaz 
de acabar con el desahogo espacial de mi memoria.

Allí donde antes no había más que polvo(s)
ahora estaba él.

Era inevitable echarle de menos cuando se alejaba
porque hasta mis letras se marchitaban 
y dejaban de hacer la fotosíntesis.
Algo así como echarme de menos 
a través de su ausencia.

Nos hemos conocido y perdido 
tantas veces en la misma semana
que terminé con la irremediable necesidad 
de quitarle dosis de dramatismo a todas sus huidas.
Cuestión de supervivencia.

Y es que nunca supe 
que hacer con él 
cuando empezó a importarme.

Cuando de madrugada el amor eterno nos embriagaba
solía decir que se quedaría siempre.
Y siempre estaba vacío.
Podían ser todos los lunes del resto de mi vida.
O siempre que no se cansara.
Tal vez siempre que una morena despampanante 
no le pillase con demasiadas copas encima.
Quizás siempre que mi pelo siga siendo tan rubio 
que le recuerde a la cerveza
y las birras entre amigos 
confundan su camino de vuelta a casa
y acabe en mi portal con los pantalones por los tobillos.
Tan rubio como las riquezas 
que todos ansiamos en nuestros sueños de críos: rubio oro.

Otras veces no sabía decirme cuando iba a irse
o cuando volvería. 
Y yo trataba de no usar demasiado el teléfono
por si llamaba y se encontraba con que nuestro amor comunicaba.

Los paquetes de cigarrillos me parecían 
veinte interminables formas de matarse lentamente 
desde que no los compartíamos.
Veinte menos siete días que llevaba sin contaminarme
daban un trece
el último martes trece del polvo de la mala suerte.

Y se fue. 
Y esta vez está tardando tanto en volver
que mis días se hacen letras
porque nosotros hace demasiado que no nos hacemos el amor.

El verano está a punto de llegar 
y dentro de mi hace más frío que en cualquier punto de Siberia.
Un amor de verano, pero sin verano y sin amor. 
Menuda forma de cargarse los tópicos.

Menos mal que el universo lo seguía conservando.
Empezaba en la parte de arriba 
de la costura de su bragueta 
y acababa en sus rodillas
balanceándose mientras tarareaba alguna canción de Sinatra.

A veces me miraba como si yo fuese 
la solución momentánea a sus problemas 
y otras, quizás, el problema en sí.

Y me quitaba las bragas 
con la promesa de no quitar más que las mías;
y yo le creía, porque el amor siempre nos lleva 
a creer estupideces para poder seguir respirando.

Tenía los ojos más intensos que haya visto jamás. 
Tanto que no necesitaba que fuesen azules o verdes
porque si te concentrabas 
podías ver atrapado en sus pupilas un mar de color coca-cola.

Cuando volvía y veía las consecuencias 
de todos estos días a la deriva,
me trataba con la misma dulzura que un doctor pone 
en su paciente más débil; 
con la paciencia de un arquitecto para reconstruir ruinas.
La culpabilidad era la mejor parte de sus huidas; 
le obligaba a pasar días durmiendo abrazado a mi
como si más allá de nosotros no hubiese mundo
y todo cuanto nos quedaba era una cama de dos por dos 
que conocía nuestros vaivenes 
y su bipolaridad sentimental.
Cuatro paredes que sabían que la rutina 
podía resumirse en follar con calcetines.

Pero ahora hace ya mucho que se fue.
Y le escribo para contarle 
que cuando otras pupilas se clavan en mi escote 
con la misma intensidad que ponía él en adivinar 
el sabor de mi mermelada preferida, 
yo le veo.
Le veo en el reflejo de todos los ojos que me miran
como una historia de oro al fondo de sus sueños de crío.

Vuelvo sola a casa sin responder al teléfono
a ver si le va a dar por llamar 
y se encuentra con que nuestro amor comunica.
Y deja de intentarlo.



2 comentarios:

  1. A veces me miraba como si yo fuese
    la solución momentánea a sus problemas
    y otras, quizás, el problema en sí.

    Y me quitaba las bragas
    con la promesa de no quitar más que las mías;
    y yo le creía, porque el amor siempre nos lleva
    a creer estupideces para poder seguir respirando.



    Impresionante Amparo. Un beso!

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    Respuestas
    1. Es genial venir por aquí y encontrarme ésto.. aún es más genial cuando es tuyo... y todavía más cuando me escribes los párrafos que más te han gustado...
      Gracias Elena, que me das una alegría...
      Mil besos!

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